Imaginaos un superhéroe tailandés traumatizado por un conflicto bélico, que simpatiza con un grupo apolítico que se opone a los planes nucleares del primer ministro, que parece parafrasear a los “camisas rojas”, y que encima es adicto a la morfina. Éste es el cometido de Rome Rittikrai (Ananda Everingham), un ex-militar que condena a todo corrupto que se precie a una muerte segura, mientras luce tipito con un ajustadísimo traje negro y se cubre medio rostro con una venda roja.

Todos los héroes enfundados en trajes estrafalarios se toman la justicia por su mano, ahora bien, lo que sí es relativamente excepcional es que alguno de ellos se salte a la torera el código moral preestablecido en los cómics de superhombres enmascarados y la presunción de inocencia de cualquiera de sus villanos para sentenciarlos a la máxima pena capital. Ahí tenemos V de Vendetta, al facha de Punisher o a los flipados enmascarados de Kick-Ass. Pero mucho antes de que todos estos repartieran estopa, Tailandia ya disponía de un polémico héroe nacional surgido de una serie de novelas pulp y en las que el espectador podía poner en duda sus procedimientos marciales más heterodoxos con tal de atrapar a sus malvados enemigos. Aún así, los métodos expeditivos del original Red Eagle distaban bastante de la ultraviolencia explícita que Wisit Sasanatieng (Las Lágrimas del Tigre Negro) ha incorporado en esas escenas de acción salpicadas por hemoglobina digital. Secuencias prolongadas rodadas casi en su totalidad en la nocturnidad del Bangkok más gótico, con esos rascacielos que impiden ver la luz solar y esos paneles publicitarios que iluminan sus cristaleras, tienen un claro referente en el The Dark Knight de Christopher Nolan, y en parte sirven como excusa para salvaguardar esos defectuosos CGI que pueden apreciarse si apretamos el pause de nuestros reproductores domésticos.

A pesar de que The Red Eagle (2010) pretendía combinar el entretenimiento puro y duro con los acontecimientos históricos que han marcado la agenda política del último lustro en Tailandia, la realidad es que esta versión postmoderna del viejo héroe se limita a un exceso de testosterona masculina agrupada secuencialmente en regulares trifulcas violentas que intentan suplir un guión pobre en escritura (con cierto tufillo ecologista que no cuela ni con Loctite) y ciertos misterios que no nos serán desvelados hasta la segunda parte (¿De dónde procede la organización secreta conocida como Matulee? ¿Por qué influye esta secta en la vida política del primer ministro si con sus conocimientos tecnológicos podrían dominar el mundo?). También es verdad que si uno ha seguido las aventuras clásicas del personaje parte con ventaja. Además, el enfrentamiento final con un esbirro de los Matulee en la guarida de Red Eagle está filmado con tanta poca personalidad como la actriz (Yarinda Bunnag, una conocida cantante thai) que encarna a la amante de nuestro héroe. Una lástima ya que debería ser la secuencia más espectacular con tal de cerrar esta primera parte algo decepcionante.

Y es que a uno le da la sensación que el único objetivo por parte de los productores es el de facilitar un nuevo blockbuster de acción para las carteleras tailandesas, y no tanto el de rescatar de las cenizas a esa imbatible águila roja que tuvo su defunción forzosa en 1970 cuando Mitr Chaibancha, el actor que había dado vida al Red Eagle original, se mató en la última escena de Insee Thong (Golden Eagle) mientras estaba colgado de un helicóptero. Un fallido accidente mortal que fue aprovechado en el filme original (remasterizado en 2005) para dar más morbo al producto, y que Sasanatieng ha querido introducir en los créditos finales como tributo al actor y como preludio a la inminente secuela. De hecho, así se vendió en su estreno: como un homenaje a Chaibancha (cuya imagen puede verse en el último fotograma previo a los títulos de crédito) para que las nuevas generaciones conozcan a la mítica estrella del cine tailandés, y de paso puedan revender las producciones clásicas del personaje. Una jugada maestra que por desgracia no les salió redonda al comprobar como la cinta no ha terminado de convencer a nadie. Coming soon: Red Eagle II.