Excelente docudrama reconvertido en una cinta noir que sigue los pasos de una agencia de detectives ubicada en la bulliciosa Calcuta, y que le sirve de excusa al documentalista Philip Cox para mostrarnos la realidad social de la turística ciudad, capital del estado indio de Bengala Occidental, a través de una serie de personajes que aman su trabajo, pero que por encima de todo luchan por el bienestar de sus seres queridos.

La corrupción policial en una metropolis como Calcuta justifica la viabilidad de una profesión tan cinematográfica a la vez que sacrificada: ser detective privado en una ciudad caótica, en la que miles de crímenes son ninguneados por las autoridades locales, puede convertirse en una lucrosa manera de ganarse la vida. Esto es lo que debió pensar Rajesh, un bengalí de espíritu inquebrantable, cuando decidió reclutar a unos cuantos valientes para formar la agencia de detectives “Always”. Ante las injusticias amparadas por una compleja burocracia estatal, esos hombres de temperamento calmado se esfuerzan por solucionar todo tipo de casos aparentemente imposibles de resolver dada la poca logística de la que disponen, y que abarcan desde la falsificación de marcas hasta la violencia machista, pasando por la busca y captura de un asesino en serie. Y por increíble que parezca, todos los procesos que se muestran forman parte de investigaciones reales filmadas con el consentimiento de los protagonistas, auténticos héroes cotidianos, que en sus ratos libres acuden a una academia de baile para poder concursar en un popular reality show nacional. Y entre todo, sus familias, lo más importante de sus vidas y el motivo que les impulsa a seguir con su difícil profesión.

Acostumbrados al cine de Bollywood o al cine tamil, segunda potencia de la industria cinematográfica india mucho más conocida por Kollywood, lo cierto es que esta propuesta venida de este país de grandes contrastes desconcierta al sustituir los grandes festines musicales coloristas por un hiperrealismo nada anodino, filmado cámara en mano para poder seguir al pie de la letra las proezas de unos detectives con una admirable entereza mental. En realidad no resulta tan extraño encontrarse con cine de arte y ensayo indio, pero lo que sí es más raro es que un Occidental coja su moviola y se lance a retratar la desconocida sociedad hindú como si fuera un miembro más de ella. Cox lo consigue acercándose a las familias de los protagonistas de una forma respetuosa, pero vulnerando hasta cierto punto su intimidad. En este aspecto nos pone el corazón en un puño toda la filmación del funeral de la esposa de Rajesh, aquejada por una enfermedad degenerativa que nos es mostrada durante varios momentos del metraje. Un proceso de descomposición física que entronca con la oscuridad moral de la bulliciosa Calcuta, y que pone los pelos de punta por la naturalidad con la que es afrontada, a la par que vemos como la tristeza expresada en contenidos llantos no ablanda a Rajesh.

The Bengali Detective (2011) pasará completamente desapercibida, incluso en esos festivales por dónde vaya transitando, y es una pena que no tenga más trascendencia porque realmente es un perfecto trabajo de reconstrucción detectivesca aprovechando y mostrando la cotidianeidad de la sociedad hinduista, envolviéndola en una hermosa espiritual con unas imágenes impecablemente filmadas. Puede que las miserias mostradas ante la cámara y el realismo veraz de esos ambientes insalubres mimeticen con el estilismo fílmico y la podredumbre que muestra el director filipino Brillante Mendoza en sus largometrajes. Eso si, Cox prefiere desinhibirse con algunas secuencias de pura ociosidad, en las que se muestran los momentos de felicidad y aligeramiento laboral de los detectives (destacando el casting que protagonizan para convertirse en bailarines de un programa bollywodiense), y que en cierto modo sirven de pausa narrativa ante las complejas situaciones en las que se ven envueltos diariamente. Un filme pues que combina la cruda realidad de un sistema asfixiado por una burocracia anticuada con la belleza irreal de la Calcuta contemporánea; una maravilla callejera a medio camino entre un reality y un documental que dignifica la figura del detective moderno.