Konami lo tiene todo para pasar a ser una de las compañías más antipáticas del videojuego, cuando en el pasado significó todo lo contrario. No solo ha echado a perder grandes sagas y alguno de los títulos más esperados como el Silent Hills que estaban cocinando Guillermo del Toro e Hideo Kojima, por si eso fuera poco un reciente artículo habla de prácticas dictatoriales para con sus empleados, y explica por qué la compañía desdeña el videojuego tradicional en favor de los lanzamientos para móviles.
Al parecer, y según cuentan en un informe publicado en Nikkei, el cambio de rumbo en la compañía se explicaría por un videojuego publicado por Konami para móviles bajo el título Dragon Collection. Se ha explicado una y mil veces cómo los lanzamientos en plataformas móviles están cerca de funcionar como una lotería: muchos pasan desapercibidos por los usuarios a pesar de su calidad y costes de inversión, otros se convierten en una fuente de enormes ingresos aunque tengan los nulos méritos de Flappy Bird.
Pues bien, con unos costes de producción muy escasos los ingresos de Dragon Collection hicieron que en Konami virasen el rumbo y apuntasen a desarrollos de bajos costes buscando mayores márgenes de beneficio. Con una estimación —según la misma publicación— de 80 millones de dólares de inversión para Metal Gear Solid 5, el título de Konami sería una excepción que habría generado numerosas tensiones cuyo desenlace final fue el conocido abandono de Hideo Kojima.
La situación es tal que Kojima Productions habría pasado a ser calificada simplemente como “Departamento de producción número 8”. Como curiosidad, los ordenadores con los que se trabajaría en esa unidad estarían desconectados de internet y funcionarían únicamente con una red privada de mensajería.
Si bien puede argumentarse que esto último obedece a cuestiones de seguridad, hay más datos que sí ponen evidencia el trato que en Konami estarían ofreciendo a sus empleados: la compañía monitorizaría los descansos para la comida de sus empleados, y aquellos que según su perspectiva se estuvieran ausentando en exceso verían sus nombres difundidos en una lista a modo de presión por su supuesta falta de compromiso (en esa misma línea, habría numerosas cámaras en pasillos y otras estancias sin una función de seguridad, limitadas únicamente a controlar el rendimiento de los trabajadores).
Más llamativa incluso es la situación de los empleados que la compañía deja de ver como útiles para sus planes: de creativos pasan a ser reasignados a funciones de todo tipo, incluyendo funciones de mantenimiento y limpieza, guardias de seguridad, o de producción de máquinas tragaperras. Ese sería el caso de creativos de varios niveles, no solo jóvenes sin experiencia, sino también algunos asociados a grandes proyectos (de hecho un periódico nipón, como se recuerda en Kotaku, publicó una entrevista en 2013 con un creativo depresivo por haber pasado de un trabajo de primera línea a la producción de máquinas de premio).
El artículo de Nikkei, además, habla del trato vengativo a los empleados que dan su apoyo a otros compañeros: cuando un empleado de la compañía anunció en Facebook que abandonaba cansado del trato recibido, quienes señalaron “Me gusta” a su post fueron reubicados dentro de la compañía.
Ciertos o no todos los extremos de este duro informe, a Konami se la puede juzgar fácilmente por sus resultados. Y ahí los últimos años son para echarse las manos a la cabeza.